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Enero 2014
Una aventura fueguina en la naturaleza extrema

Desde los puntos más lejanos del mundo vienen a vivir esta experiencia con la naturaleza. Sin embargo, nosotros –que somos los dueños de casa– poco nos aventuramos a recorrer la zona más austral del mundo. Viajando fue a vivir esta experiencia para poder contársela.

Es uno de los puntos más extremos del mundo. Para llegar hace falta recorrer muchísimos kilómetros por aire y tierra. Viajeros aventureros atraviesan el mundo entero para poder sobrecogerse con esta naturaleza prístina y virgen de Tierra del Fuego. Cada tramo de viaje vale la pena cuando vivimos en un mundo colapsado por las redes, la tecnología y el cemento.

En nuestro caso, tenemos la suerte de estar a poco más de tres horas –por vía aérea– en vuelo directo para comenzar esta verdadera aventura fueguina. Si bien la compañía Crucero Australis opera este recorrido hace muchísimos años vía marítima, con la experiencia que esto implica, acaba de estrenar un nuevo programa que combina tierra y mar.

El periplo comienza en la ciudad de Punta Arenas, donde el primer día se duerme y descansa para posteriormente partir a la aventura. El primer trayecto es a bordo de una barcaza que cruza desde Punta Arenas a Porvenir, disfrutando del estrecho de Magallanes con sus paisajes e historia. Al llegar a este puerto se recorre el lugar y se almuerza en un sitio muy típico y acogedor con tremendas centollas de la zona, entre otros platos.

Como el grupo viaja con transporte propio, va parando para tomar fotos y conocer; también visitar un museo muy bien puesto que refleja la historia aborigen de la zona patagónica. Sin duda una visita instructiva y enriquecedora. Luego, a media tarde, continuamos el viaje por la Isla de Tierra del Fuego, para adentrarnos en sus bellos paisajes que emulan una postal sobre otra; su fauna y su flora, que nos permiten conectarnos con lo más agreste de la naturaleza. Aún siento los olores a lluvia, a verde, el aire puro que llenó mis pulmones enriqueciéndolos de oxígeno, una sensación indescriptible.

MARAVILLOSOS PERSONAJES.

Al poco tiempo de viaje ya estamos en el Parque del Pingüino Rey, una reserva privada que mantiene una colonia de estas hermosas aves que incluso pueden llegar a medir un metro de altura.

También es posible caminar y recorrer los antiguos campos donde se encuentran cementerios de colonos, abatidos por los indígenas en la lucha por el control de esta zona rica en recursos.

Ya al finalizar el día, atravesamos la frontera con Argentina para dirigirnos a la ciudad de Río Grande, pujante e importante urbe de la Patagonia. Allí se hace noche en un bello y acogedor hotel, donde una reparadora ducha y una sabrosa cena nos invitan a descansar. Si tiene energías de reserva, también puede pasear un poco por la noche de la ciudad.

Ya en nuestro tercer día partimos en dirección al sur de la isla. De camino nos adentramos en un maravilloso paraje para llegar a una verdadera estancia donde nos esperan con relajadas actividades. Los dueños de casa nos enseñaron y mostraron las actividades ganaderas, la esquila de las ovejas y todas las costumbres de una estancia productora. Luego, alrededor de un fogón donde lentamente se hacía el tradicional asado patagónico que almorzaríamos, conversamos con el infaltable mate de por medio. Jugar con los perros del lugar, acariciar los caballos, sentir la naturaleza pura, los olores al cabrito que lentamente se está asando, hacen que sea un momento de relajo y disfrute sin precio.

La tarde sigue y la aventura nos llama, por lo que continuamos atravesando paisajes deslumbrantes, como el lago Fagnano que ofrece unas vistas espectaculares: las fotos que se pueden tomar en este trayecto son imponentes. Al final del camino se llega a Ushuaia, una ciudad chiquita pero de una belleza especial. Tras hacer el chequeo en la terminal de Cruceros Australis y entregar el equipaje que encontrará ya abordo en su cabina asignada, dispondrá de tiempo para caminar y recorrer Ushuaia. Aproximadamente a las seis, todos subimos a bordo para comenzar la expedición marítima en el Vía Australis, una pequeña embarcación para 138 pasajeros con todas las comodidades necesarias.

A BORDO DEL VIA AUSTRALIS.

Este navío cuenta con cabinas de excelente espacio y comodidades. Un detalle maravilloso es que no hay televisores. Además, una vez que se sumerge en los mares, se pierde la señal de celulares, algo magnífico que nos permite conectar con los sonidos, las vistas y las experiencias del lugar como siempre fue. La oportunidad de vivir cuatro días desconectados es parte de la expedición, y créame que nadie se murió por esto: al contrario, muchos lo agradecieron.
Otro dato no menor es que este navío incluye todas las comidas, los almuerzos son tipo buffet con una variedad increíble y hay que tener una fuerte voluntad para no adquirir algunos kilillos de más. Por la noche, la cena es con menú, siempre en cuatro tiempos y con un par de opciones. En las mañanas, el desayuno es un buffet bien completo.

Se estará preguntando cómo es el sistema de bebidas: la buena noticia es que el barco cuenta con bar abierto con todas sus letras, tanto en las comidas, como en el bar para los aperitivos y luego de las cenas. El barman le preparará lo que guste.

Los miembros de la tripulación son también anfitriones y guías en las excursiones, gente preparadísima que le dará charlas instructivas antes de cada bajada en los sitios de interés. Pero más allá de la preparación, son personas muy cordiales y siempre preocupadas por el bienestar y la seguridad de los pasajeros. Uno se llega a sentir mimado y protegido por este equipo de personas que viven con pasión su trabajo y estarán cada día con y para usted.

Información y guías están disponibles en varios idiomas y en todo momento. Esto es muy útil, ya que permite que sepamos más de donde estamos, de lo que vamos a ver y entender un poco de esta zona rica en historia desde antes de la conquista, ya que hay muchas tribus que tenían su cultura y dejaron un importante legado que debemos conocer.

En Puerto Navarino, a orillas del canal de Beagle, hacemos migración para dejar Argentina y entrar en aguas chilenas. Relájese, del trámite se encarga la tripulación. Seguimos navegando hasta llegar al punto más austral del mundo, el cabo de Hornos, donde si lo desea es posible ver el amanecer.

Es importante tener en cuenta que, debido a la zona geográfica donde nos encontramos, no siempre es posible seguir el programa. Desembarcar en el monumento Cabo de Hornos, erigido por la Sección Chilena de la Cofradía de los Capitanes del Cabo de Hornos “Cap Horniers”, en memoria de los hombres de mar, no fue posible para nosotros debido a los fuertes vientos, que sólo nos permitieron contemplar esta área del cabo desde el barco.

Igualmente fue emocionante y contra el clima nada se puede hacer. Además, Australis tiene a la seguridad como prioridad, ya que se trata de una embarcación pequeña que navega por mares extremos y en donde las condiciones climáticas son muy variables. Sus capitanes y tripulantes conocen la zona a la perfección y cuentan con una preparación que hace que su expedición tenga siempre la seguridad requerida, no sólo por las autoridades sino también por la misma compañía. A fin de cuentas, todo esto es parte de la aventura y más que temer, debe saborear la adrenalina de los vientos antárticos, ya que la tripulación no lo expondrá a peligro alguno.

Pasada esta área, el Vía Australis se adentra en los fiordos chilenos para continuar con el periplo hasta llegar a la bahía Wulaia y hacer un recorrido en una especie de túnel del tiempo, retrocediendo al pasado con sus vestigios de la cultura yagan, los habitantes originarios de la zona. Pero la estrella en esta bajada es el paisaje de una belleza impresionante.

Cabe recordar que por el tipo de lugares donde se baja, estos acercamientos siempre son efectuados en los botes Zodiac, que subrayan la sensación de aventura. Son botes de goma que se mueven a alta velocidad y con todo un sistema de seguridad usando chalecos salvavidas y apoyados por los guías. En esta y en casi todas las visitas hay opciones de caminatas de mayor o menor exigencia.
Retomando la ruta, día a día siguen las visitas al fiordo y glaciar Pía, al seno y glaciar Garibaldi, a los canales O’Brien y Ballenero. Luego pasamos por los glaciares Piloto y Nena, así como también por el seno Agostini y el glaciar Águila, siempre con bajadas alternadas y paseos para explorar y conocer. Los días van pasando de manera fascinante, alternando las expediciones y la vida abordo. A esta altura usted habrá olvidado que existen computadores, celulares, televisores y créame que no tendrá muchas ganas de conectarse nuevamente.

El último día, temprano en la mañana, se arriba al Parque Nacional Isla Magdalena, que alberga el Monumento Natural Los Pingüinos, sitio protegido por la Conaf (organización chilena protectora de la vida silvestre). Al alba es posible ver y disfrutar de más de 70 mil parejas de pingüinos magallánicos, un espectáculo único como broche de oro a este viaje. También es factible apreciar la diversidad de aves que conforman la avifauna de la isla. Al retorno al barco nos espera el último desayuno a bordo, mientras se navega hasta Punta Arenas donde termina este crucero de expedición, que marca un antes y un después en la vida de cualquier viajero. Desde el primer día pasó una semana durante la cual vimos, recorrimos, degustamos, disfrutamos y aprendimos. Nos compenetramos con la naturaleza prístina y fuimos parte de ella. No en vano muchas personas llegan desde tan lejos para vivir esta experiencia. Le recomiendo que usted, que está más cerca de este increíble destino, no deje de vivir esta maravillosa oportunidad de desconectarse, de respirar, de sentir y de asombrarse con los paisajes únicos que tenemos en el sur de Chile y Argentina.

Escrito por Freddy Yacobucci   
Jueves, 16 de Enero de 2014

FUENTE: Viajando.cl
Vea el artículo original aquí.