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Agosto 2015
Lastarria: Inyección en el Barrio.

Todo pasa en Lastarria. Y por lo mismo resulta un destino imperdible para los amantes de la cultura, el diseño y la buena gastronomía. Un impulso que trajo consigo el Centro Cultural Gabriela Mistral y que ha redibujado la zona en estos últimos cinco años.


Todavía hay carteles blancos pegados en las ventanas de los edificios. Unos pocos que hablan de la campaña del silencio que terminó la semana pasada en el barrio Lastarria. "Vecinos descansando" se alcanza a leer. A cinco años de la llegada del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), y que trajo consigo una efervescencia en el sector, aún persisten conversaciones entre los vecinos y la entidad para hacer más armónica la convivencia. Es que no es menor que el más grande centro cultural del país se haya instalado en este tradicional barrio de calles angostas y construcciones que pasan por la arquitectura moderna, el neoclásico, art decó y Tudor, entre otros; donde todo parece ir a un ritmo pausado, donde sus habitantes caminan al metro, van al almacén y muchos se conocen.
Según cifras del GAM, han recibido cerca de 5 millones de visitas. Es decir, este gigante cultural aporta una población flotante promedio de 80 mil personas al mes, de distintos puntos de Santiago. Esto, sin contar la afluencia de público al gran número de restaurantes y cafés que se han abierto en los últimos años, y que hoy suman más de treinta.

Claramente este "centro cultural vibrante" como lo calificó el periódico británico The Guardian, ha sido un motor en el desarrollo del área. "No solo ha aportado de manera cultural, también ha posicionado al barrio de manera transversal. Antes se le asociaba a la bohemia, ahora es a lo cultural y gastronómico. Si ya tenía un atractivo importante por su locación, historia y resguardo, el GAM terminó de vestirlo y maquillarlo. Era una niña bonita, que ahora es más pretenciosa", explica Alfonso Molina, presidente de la Asociación Gremial de Empresarios del barrio Lastarria (AGEBLA) y socio del hotel Lastarria 43.

Como grupo han tomado parte en las iniciativas que se han desarrollado para la buena convivencia. Así, junto a la institución lanzaron en octubre pasado una tarjeta de membresía para los vecinos, que incluye importantes descuentos tanto en su cartelera como en los restaurantes, tiendas, librerías, peluquerías y hoteles. Porque, finalmente, la idea es que los residentes se sientan a gusto donde viven y no solo los turistas.
En este sentido, el centro cultural ha llevado un activo diálogo con ellos, ya no hacen espectáculos al aire libre por el ruido, y realizan mesas de reuniones para escuchar sus inquietudes. "La biblioteca ha fidelizado a hartos adultos mayores de la zona y a estudiantes. Piensa que al frente están las universidades de Chile y la Católica; habilitamos salas de reuniones que antes eran mediateca; pusimos mesas largas en la plaza para que la gente almuerce o se siente a trabajar. Por otra parte, como apostamos por las transparencias, hay una conexión importante con lo que está pasando afuera; la gente se detiene a mirar los ensayos del ballet, por ejemplo. Y después de las 5 de la tarde es otro cuento acá, vienen grupos a bailar, se miran en los cristales y la gente se reúne en torno a ellos", dice Ximena Villanueva, directora de comunicaciones del GAM.

En los últimos cinco años se sumaron también las galerías de arte Metales Pesados, Buga y Ekho en calle Merced, junto con hoteles boutique -hace poco se instaló Ismael 312, The Singular y Cumbres está por abrir- y tiendas de diseño emergente, entre las que destaca la Tienda Nacional solo con productos que hablan de Chile. Lo positivo, y es algo que destaca Alfonso Molina, es que los establecimientos tradicionales -como el Squadritto, Les Assasins, el teatro Ictus- se han mantenido, provocando una entretenida mixtura etaria y social. "Nos gustaría que la municipalidad entregara ciertas regalías a los dueños de locales para incentivarlos a que si van a arrendar o vender no sea solo a empresarios gastronómicos, así pueden existir alternativas. No queremos que sea un barrio de restaurantes de moda, sino que la gente se quede con una oferta integral, que sea un lugar sostenible en el tiempo".

Héctor Vergara, presidente de la Junta de Vecinos número 1, hace un balance positivo sobre la mutación del entorno. "Vecino grande, problema grande, pero también grandes posibilidades", dice. Cuenta que han ido resolviendo los problemas acústicos que tenían en un principio y que han visto una enorme voluntad del GAM por incorporarlos, de hecho, hay un recorrido por la obra de Kulczewski por voluntad de los vecinos, cuyo punto de encuentro es el centro cultural. También hace hincapié en el anzuelo que su presencia ha significado. Han subido los precios de manera importante, "un departamento de 40 m2hoy puede costar hasta 80 millones de pesos, cuando hace 10 años lo encontrabas por 20 o 25. Dan ganas de vender, pero uno quiere vivir acá".

El futuro
El barrio Lastarria se enmarca dentro del cuadrante formado por la Alameda, el Parque Forestal y las calles Victoria Subercaseaux y Namur. Con el GAM se abrió una nueva entrada al barrio, por el costado del centro cultural, conectando a quienes salen del metro directamente con la zona más activa de Lastarria -ahora funciona en ese tramo una feria de libros y antigüedades de martes a domingo-, además también pueden llegar hasta Villavicencio a través de la plaza dura que une al GAM con la torre del Ministerio de Defensa. Dependiendo del nuevo destino que tenga ese edificio -inaugurado a principios de los 70, igual que el volumen donde hoy funciona el GAM para acoger a la UNCTAD III-, ya que el ministerio está en proceso de traslado al barrio cívico, el diseño urbano de ese acceso podría cambiar de manera radical. Solo se sabe que el Consejo de la Cultura tiene el derecho a usar los primeros 9 pisos de esta propiedad fiscal, pero ni los vecinos, ni los empresarios, tienen claro qué sucederá con la emblemática torre.
Según el arquitecto Patricio Mardones, se podría prestar para tener una relación más directa con el GAM. Él fue el coordinador del workshop organizado por Ediciones ARQ y la Dirección de Extensión de la Escuela de Arquitectura de la UC, donde se invitó a estudiantes de distintos planteles a imaginar el destino del edificio. "Fue un ejercicio académico que implicaba operaciones importantes, ya que la construcción tiene características habitacionales, con alturas pequeñas, por ejemplo. Salieron ideas como salas de ensayo, talleres, residencias para artistas, y hasta un restaurante en los últimos pisos".
Como soñar no cuesta nada, justo al frente del acceso principal al GAM está en desarrollo la iniciativa Pasarelas Verdes, que partió de un curso de taller de Arquitectura de la U. de Chile, y que pretende dar un nuevo uso a las pasarelas de las Torres San Borja para espectáculos artísticos y culturales con un diseño paisajístico en altura. "Son más de 2.000 m2de rampas que representan una idea moderna de la arquitectura. Una de ellas nace frente al centro cultural, entonces pensamos que sería una excelente idea que se conecte hacia el otro lado de la Alameda, con un paso peatonal, o soñando aún más, con un cruce elevado", dice Gabriela Alfaro, una de las integrantes del equipo.
Junto con todo lo anterior, el próximo año se habilitará una ciclovía diseñada por los propios vecinos, llegará el emblemático bar Liguria a Merced con Lastarria, y el GAM estará en plena obra de la nueva sala multiuso con capacidad para hasta 2 mil personas. Movimientos que mantendrán muy activo a este imperdible barrio de la comuna de Santiago.

Texto: Soledad Salgado.
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